lunes, 24 de mayo de 2010

Si me dejas esta noche

Apoyada así, desnuda sobre tu pecho, recogida entre tus brazos y tus piernas, como todas aquellas veces en las que me sentí pequeña, protegida y especial.
Llevo la cuenta de todos los besos que te debo. Todos y cada uno.


Fresca, divertida.

Como "robarte" la ropa, cuando me mirabas desde la cama caminando por el pasillo y las veces que lo hicimos a las cuatro de la tarde, y a las cinco, y a las ocho; después de todo el día esperando.


Cuando te miro ahora y te mete mano todo mi pensamiento, de una punta a otra, en mundos separados, pero unidos por el nuestro. Un poco similar a Romeo y Julieta. Quizás yo más Capuleto que tu Montesco; pero basta que te prohiban una manzana en concreto para que esta sea la que más brille de todo el árbol.



Que dejen hablar a los ojos, que se expresan más y mejor que las palabras.
"Aquí hay feeling", recuerdo que dijo alguien una vez.
Es más que eso y lo sabemos.
Se nota en los "Hola" y en los "Hasta luego". Se nota en los sueños conjuntos y esas miradas.
Bendita maldición la tuya. Y la tensión sexual no resuelta y los besos anhelantes, y la puerta abierta y el murmullo de las sobremesas de otros pisos y lo temerario y el "no-puedo-más".



















Un día lo hicimos en el rellano de las escaleras.

Sin más.


"¿Te quedas a dormir esta noche?"

domingo, 16 de mayo de 2010

Y sobretodo, que has hecho todo esto conmigo

He vuelto a llegar a casa con la cazadora manchada de pintura.


Si mamá. Me habré apoyado en algún lado sin darme cuenta.

Sin darme cuenta y con él aprisionándome entre su cuerpo y la pared, entre sus besos y mi cordura; que al final, juraría que se fue de vacaciones.


¿Pintalabios en el cuello? ¿Qué? ¡ Ah, sí! Las chicas, que están tontas y me pintaron jugando.

Que el color de mis labios se perdió en los tuyos y lo llevaste a mi cuello. Seguro.


Que me voy a duchar, que igual tengo pintura en el pelo.

Que en realidad mi pelo y mi piel respiran tu olor y tu colonia si me muevo rápido. Que me gusta. Me gusta mucho. Pero ya no sé que excusa poner si me preguntan.


No han pasado ni cinco minutos y tu nombre ya se enciende y parpadea.

- He llegado a casa con la camiseta manchada de pintura.
- Amarilla, como la que hay en mi cazadora. Delatador.
- Más delatador es que toda mi ropa huela a ti y tu colonia.
- Mi pelo huele a ti...
- Ha merecido la pena cargarme una camiseta.

domingo, 9 de mayo de 2010

Primero tú, luego yo.

Mientras una niña presumida se peinaba el flequillo en el reflejo de sus gafas de sol, un niño se acercó a ella por la espalda, envolviéndola con sus brazos, atontando con el olor de su piel sus sentidos.
Con los ojos cerrados y una sonrisa serena, ella volvió el rostro y se besaron.
Después de diez largos e interminables días.