lunes, 15 de noviembre de 2010

dulces promesas

No era la más guapa, ni la más inteligente o divertida (eso estaba por verse).
No era ni de lejos la más delgada, la que tenía el pelo más bonito o las piernas más largas, ni la que vestía a la última.
Pero era la mejor cazadora de sonrisas espontáneas, la última coleccionista de deseos en cajitas de madera, la mejor captadora de sentimientos, una experta en rincones con encanto, la número uno en mimos, la personificación de las risas y de los besos con sabor a manzanas, el sonido apresurado de tacones rojos en pitillos negros camino de alguna fiesta, las luces de una discoteca, todos y cada uno de los besos en semáforos en rojo, los vistazos de reojo en escaparates, las fotografías con amigas en espejos y la clave de todos esos pequeños placeres de la vida.