Un beso

Dicen que los besos se han inventado para expresarse cuando las palabras están de más; y debo decir que es cierto, pues las palabras sobran en esta habitación.

La luz de la mañana se asoma tímidamente entre las cortinas.

Lentamente abro los ojos esperando que la habitación no se desvanezca y me encuentre de nuevo sola en mi fría y propia cama, pero no te has ido y con tu tímida sonrisa, que me encanta, poco a poco me sacas de entre los brazos de Morfeo a la realidad.

Pero esta mañana la realidad es mejor incluso que un sueño.

Me pregunto si habrás estado observándome dormir estos últimos minutos...

Un beso.

Me das los buenos días con un beso y no hay palabras, porque verdaderamente sobran entre nosotros.

Los indiscretos rayos de luz son los únicos testigos de nuestros sentimientos.

Tus manos, suaves caricias, miradas significativas, tiernos abrazos, besos cargados de las palabras que no hace falta que nos digamos.

Te quiero.

Y mis ojos humedecidos por la felicidad te lo dicen sin pudor alguno.

Acaricias mi pelo, sonríes y besas mi frente. Será que el sentimiento es mutuo...
Hacemos el amor, despacio, tranquilamente y sin prisas. Como hoy quiero llorar todos los días de felicidad.

No hemos pronunciado ni una sola palabra, ¿para qué?

Las sonrisas y los besos lo han dicho todo.