lunes, 15 de noviembre de 2010

dulces promesas

No era la más guapa, ni la más inteligente o divertida (eso estaba por verse).
No era ni de lejos la más delgada, la que tenía el pelo más bonito o las piernas más largas, ni la que vestía a la última.
Pero era la mejor cazadora de sonrisas espontáneas, la última coleccionista de deseos en cajitas de madera, la mejor captadora de sentimientos, una experta en rincones con encanto, la número uno en mimos, la personificación de las risas y de los besos con sabor a manzanas, el sonido apresurado de tacones rojos en pitillos negros camino de alguna fiesta, las luces de una discoteca, todos y cada uno de los besos en semáforos en rojo, los vistazos de reojo en escaparates, las fotografías con amigas en espejos y la clave de todos esos pequeños placeres de la vida.

jueves, 12 de agosto de 2010

Mi último sueño lleva tu nombre, igual que los mil anteriores

Como anticipo de un gran juego o ya dentro de el.
Cómplices de secretos y de miradas profundas con matices de chocolate fundido, con las que miras a quien conoce el mapa de tu piel sin ropa. Como la que desnuda.
Sus miradas favoritas.
Cómo solo es dulce con ella, en todos estos sentidos, sin dejar de ser él.
Cómo a ella le gusta, sin dejar de ser dulce, sacar su otro lado. Su ocurrente y divertida, su insinuante y sensual o incluso sexual. De esa forma tan sutil suya, con sus miradas, que es como más le gusta decirle que puede acercarse más y susurrarle al oído.

Subiendo delante de él las escaleras, siendo consciente de que la está mirando más allá de lo permitido por el bajo de su vestido.
No sin sorpresa, si es ella la que se queda atrás, más que consciente de lo bien que le quedan a el los vaqueros.
El eterno juego. El calentar; como entrante y ellos dos siempre el plato fuerte. Siempre nuevo. Mejor de lo que la gente piensa. Mejor y más divertido.

¿Quien dice que no son tal para cual?

Saliendo de la ducha con solo una toalla. Por esto del provocar. Y se les revoluciona hasta el alma.
Quitándosela mutuamente, como en un juego, y quedándose desnudos enfrente uno del otro, reconociéndose en la impaciencia de besos en la lista de espera de sus bocas y el calor de sus cuerpos. Y quietos.
A la espera del que pierda en esta batalla silenciosa, que como siempre ambos acaban siendo los vencidos. Vencidos por ese potente imán que los atrae una y otra vez al mismo destino, en el que pocas veces se reconocen el uno al otro, quien sabe por qué razón, que tras todo esto existen fuertes y mutuos sentimientos y que les cuesta vivir el uno sin el otro.

jueves, 8 de julio de 2010

Comiendo más azúcar y casi dejando el vinagre

No deja de sorprenderme el cambio de perspectiva
y como no estoy acostumbrado a que me mires detrás de mechones castaños rebeldes de tu flequillo
y de como un domingo cualquiera ya no sé ni qué hora es
y de lo delicioso que puede llegar a ser que me hagas reir con los pies subidos a la pared.

En mi vida había visto tanto brillo en tus ojos.
Jamás había estado tan desconcertado con tu comportamiento,
con tus travesuras,
ni había fantaseado tanto contigo en mis sueños
y en mis no tan sueños.

Creo que nunca te voy a escribir un papel intentando torpemente plasmar cada sensacion que nace a las caricias de tu nariz.

Ya sabes que a mi lo que me va es tumbarme en el suelo y decirte con la mirada todas esas cosas que no suelo decir.


martes, 15 de junio de 2010

Me muerde hasta los sueños

Desazón,
tan extraña, pero al mismo tiempo tan conocida.
A la que le encanta sonreirme triste desde el fondo de los cajones y se me antoja fría y calculadora.
Desde luego, sabe dónde tiene que colarse para clavarme astillas bajo las uñas y dagas invisibles en el lado correcto del pecho. Totalmente a traición.
Nadie sabe hasta que punto es valiente el héroe cuando no se conocen sus heridas.
Y solo de saberlo me dan ganas de atrincherarme en el lugar más seguro del mundo, que es mi cama, y ni siquiera mirar fuera de las sábanas, no siendo que Evidencia siga sentada en mi sillón, con mis zapatillas, con mi alma....
- No te echo de mi puta vida porque al final llevabas razón, perra.
- Evidentemente.
.
.
.
.
.
Si se trata de confesar, diré que suelo llorar a menudo, cuando tengo frío.
.
Y anoche tenía los pies congelados.

miércoles, 9 de junio de 2010

Funciones de reestreno

Todo el mundo.

Pienso en todo el mundo antes de pensar en mí.
No sabes lo difícil que es eso.
No poder hacer esto, por si a uno le sienta mal, lo otro tampoco porque le puede sentar mal.
Y joderte tú misma, por no fastidiar un poquito a los demás.
No sabes lo que jode, y lo duro que es.

Y por una vez, una mísera vez que miro antes por mí que por los demás, que ya es raro, ¿me lo echas todo en cara?
Qué fácil es eso, ¿verdad?
Pero no es tan fácil ponerse en la situación de los demás. Eso no.
Las ganas que tengo de no depender de una puta vez de la gente. De que me importe una mierda lo que digan...Pero no, no puedo.
Me importa, sí, me importa lo que diga la gente.
¿Qué le hago? No es tan fácil.
Quisiera ser más fuerte, y dura por dentro, y que no me importase. Pero soy así.

Todo el mundo cambia. Ya no soy la niña pequeña que decía a todo que sí.
Lo siento, y si tengo que pedir perdón, pediré.
Pero no, ya no lo soy.

lunes, 24 de mayo de 2010

Si me dejas esta noche

Apoyada así, desnuda sobre tu pecho, recogida entre tus brazos y tus piernas, como todas aquellas veces en las que me sentí pequeña, protegida y especial.
Llevo la cuenta de todos los besos que te debo. Todos y cada uno.


Fresca, divertida.

Como "robarte" la ropa, cuando me mirabas desde la cama caminando por el pasillo y las veces que lo hicimos a las cuatro de la tarde, y a las cinco, y a las ocho; después de todo el día esperando.


Cuando te miro ahora y te mete mano todo mi pensamiento, de una punta a otra, en mundos separados, pero unidos por el nuestro. Un poco similar a Romeo y Julieta. Quizás yo más Capuleto que tu Montesco; pero basta que te prohiban una manzana en concreto para que esta sea la que más brille de todo el árbol.



Que dejen hablar a los ojos, que se expresan más y mejor que las palabras.
"Aquí hay feeling", recuerdo que dijo alguien una vez.
Es más que eso y lo sabemos.
Se nota en los "Hola" y en los "Hasta luego". Se nota en los sueños conjuntos y esas miradas.
Bendita maldición la tuya. Y la tensión sexual no resuelta y los besos anhelantes, y la puerta abierta y el murmullo de las sobremesas de otros pisos y lo temerario y el "no-puedo-más".



















Un día lo hicimos en el rellano de las escaleras.

Sin más.


"¿Te quedas a dormir esta noche?"

domingo, 16 de mayo de 2010

Y sobretodo, que has hecho todo esto conmigo

He vuelto a llegar a casa con la cazadora manchada de pintura.


Si mamá. Me habré apoyado en algún lado sin darme cuenta.

Sin darme cuenta y con él aprisionándome entre su cuerpo y la pared, entre sus besos y mi cordura; que al final, juraría que se fue de vacaciones.


¿Pintalabios en el cuello? ¿Qué? ¡ Ah, sí! Las chicas, que están tontas y me pintaron jugando.

Que el color de mis labios se perdió en los tuyos y lo llevaste a mi cuello. Seguro.


Que me voy a duchar, que igual tengo pintura en el pelo.

Que en realidad mi pelo y mi piel respiran tu olor y tu colonia si me muevo rápido. Que me gusta. Me gusta mucho. Pero ya no sé que excusa poner si me preguntan.


No han pasado ni cinco minutos y tu nombre ya se enciende y parpadea.

- He llegado a casa con la camiseta manchada de pintura.
- Amarilla, como la que hay en mi cazadora. Delatador.
- Más delatador es que toda mi ropa huela a ti y tu colonia.
- Mi pelo huele a ti...
- Ha merecido la pena cargarme una camiseta.

domingo, 9 de mayo de 2010

Primero tú, luego yo.

Mientras una niña presumida se peinaba el flequillo en el reflejo de sus gafas de sol, un niño se acercó a ella por la espalda, envolviéndola con sus brazos, atontando con el olor de su piel sus sentidos.
Con los ojos cerrados y una sonrisa serena, ella volvió el rostro y se besaron.
Después de diez largos e interminables días.

jueves, 29 de abril de 2010

Las escaleras guardan secretos

Bésame rápido.
Que nadie nos vea.
Vuelve a mi una y otra vez.
No me sueltes la mano, hazme quedarme sin respiración; pero no me enamores.
Juguemos a nuestros juegos y volvamos a hacer el amor encima de la mesa de la cocina y a detener el ascensor entre el tercero y el cuarto de tu edificio porque las ganas no nos dejan llegar arriba; pero no me enamores.
Vuelve a llevarme corriendo de portal en portal para ver los amaneceres de verano en esta ciudad, tan tuya como mía.
Agítame el corazón de la risa y susurrame otra vez frases subidas de tono en el autobús, rodeados de gente.
Permíteme sorprenderte, encender tu piel con mis dedos y arrancar tus gemidos con mis besos. Pero no me dejes enamorarte.
Ríete conmigo en mi risa, leeme el pensamiento y vamos a pasear por la ciudad ya en silencio si no podemos dormir.
Mánchame la nariz de helado y guíñame el ojo disimuladamente si nos separan 12 metros y el resto del mundo.

Pero no me enamores.
No me enamores...porque el corazón me explotaría si me enamorara un poquito más.

lunes, 15 de marzo de 2010

Cuando todo es así de fácil

Recordando las tardes de verano por Madrid, se nos podía ver abrazados en todas y cada una de las escaleras del metro.

Montados en el vagón, de pie, y del modo que me sujeta por la cintura, no puedo evitar observar nuestro reflejo en las ventanillas; el modo en que estoy apoyada sobre él, con el vestido, el pelo revuelto y cara de niña; parece pensativo mientras nos movemos entre Menéndez Pelayo y Sol...

Y sonríe un poco de lado, como si supiera algo que yo no, como si se le hubiera ocurrido una travesura más; mientras me rodea con su brazo y me da besos cortos cada rato en la frente y el resto respirando en mi pelo.

Está condenadamente guapo hoy...
Nunca he visto a nadie que le sienten mejor unos Levi´s...

¿Qué piensas?

Cosas...Nunca he visto a nadie que le siente mejor ese vestido.


Me abraza más fuerte y me sonríe suave.
Aunque no me veo reflejada en las ventanillas, me siento sonrojarme completamente. Completamente...


En medio del ajetreado Madrid, en un vagón medio lleno, un chico en vaqueros y una niña en vestido se besan, reflejados en las ventanillas del metro.

lunes, 8 de marzo de 2010

No soy perfecta, lo sé.


Sí, lo sé, puede que no sea la persona más fuerte, ni la más valiente, ni siquiera, la más decidida.
Puede que me haya equivocado varias veces, demasiadas diría yo...
Puede que me de cuenta de lo que quiero, cuando ya no lo tengo, que mi lista de caprichos sea más larga que el cielo, que mis paranoias aumenten día si y día también, que los malos momentos sean muchos, pero siempre los buenos los superan. Puede que sea una experta en complicar lo fácil, puede que tropiece una y otra vez con la misma piedra siempre, puede que alguna vez me caiga, pero lo que si sé, es que siempre volveré a levantarme, con o sin ayuda.

martes, 2 de marzo de 2010

Una más

Hoy he tenido una de esas tardes en las que piensas,en las que te cuestionas si estás dispuesta a seguir como hasta ahora por mucho más tiempo, incluso si en realidad estás tan mal.
Una de esas tardes en las que no puedes evitar arrepentirte de ciertos momentos, aunque no sea tu estilo ... En las que no estas del todo contenta con lo que haces, no te gusta cómo actúas, pero no sabes como encontrar la manera de cambiar.

Una de esas tardes en las que te gustaría que alguien te abrazase por la espalda y te dijese: "para mí, eres perfecta."

miércoles, 17 de febrero de 2010

Susurro, gemido y secreto


No hace falta que me digáis eso de que perdéis la cabeza por eso de que sus caderas...
Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa y esas maneras y todo el remolino que forma en cada paso de gesto que da.

Pero además la he visto seria, ser ella misma, y en serio que eso NO se puede escribir en un poema.

Por eso, eso que me cuentas de que mírala cómo bebe las cervezas, y cómo se revuelve sobre las baldosas y qué fácil parece a veces enamorarse.

Todo eso de que ella puede llegar a ser ese puto único motivo de seguir vivo y a la mierda con la autodestrucción...

Todo eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor es un cuento que me sé desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre.

Pero no sabes lo que es caer desde un precipicio y que ella aparezca de golpe y de frente para decirte: "venga, hazte un peta y me lo cuentas".
No sabes lo que es despertarte y que ella se retuerza y bostece, luego te abrace y luego no sepas cómo deshacerte de todo el mundo.

Así que supondrás que yo soy el primero que entiende,
el que pierdas la cabeza por sus piernas y el sentido por sus palabras, y los huevos por un mínimo roce de mejilla.

Que las suspicacias, los disimulos cuando su culo pasa,
las incomodidades de orgullo que pueda provocarte,
son algo con lo que ya cuento.
Quiero decir que a mí de versos no me tienes que decir nada, que hace tiempo que escribo los míos.

Que yo también la veo. Que cuando ella cruza por debajo del cielo solo el tonto mira al cielo.

Que sé como agacha la cabeza, levanta la mirada y se muerde el labio inferior.
Que conozco su voz en formato susurro, y formato gemido y en formato secreto.
Que me sé sus cicatrices, y el sitio que la tienes que tocar en el este de su pie izquierdo para conseguir que se ría, y me sé lo de sus rodillas, y la forma que rozar las cuerdas de una guitarra.

Que yo también he memorizado su número de teléfono,
pero también el numero de sus escalones, y el numero de veces que afina las cuerdas antes de ahorcarse por bulerías.
Que no sólo conozco su última pesadilla,también las mil anteriores, y yo sí que no tengo cojones a decirle que no a nada, porque tengo más deudas con su espalda de las que NADIE tendrá jamás con la luna, y mira que hay tontos enamorados en este mundo.

Que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente ella, rendida a ese puto milagro que supone que exista.

Que la he visto volar por encima de poetas que valían mucho más que estos dedos, y la he visto formar un charco de arena rompiendo todos los relojes que le puso el camino, y la he visto hacerle competencia a cualquier amanecer por la ventana: no me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo.

Que lo de "Mira sí, un polvo es un polvo", y eso del tesoro pintado de rojo sobre sus uñas y sólo los sueños pueden posarse sobre las letras de su nombre.

Que te entiendo. Que yo escribo sobre lo mismo. Sobre la misma. Que razones tenemos todos.

Pero yo, muchas más que vosotros.

martes, 2 de febrero de 2010

Encima de la moto azul oscuro

Hermosos y vestidos con ropa vaquera,mejor que un anuncio de carne y hueso.Encima de la moto azul oscuro como la noche,se confunden en la ciudad,riendo.Hablan de todo y de nada,sonriendose en los retrovisores voluntariamente doblados hacia dentro.Ella apoyada en su hombro,se deja llevar así,sacudida por el viento,y por esa nueva fuerza,la rendición.Ella sonríe. Con él puede entrar en todas partes.Es su pasaporte.Su pase para la felicidad. Es tan feliz que no se da cuenta de que ha pedido una cerveza rubia,tan soñadora que comparte con él un plato de pasta olvidando la pesadilla de la dieta.Como un rio en crecida se da cuenta de que le está hablando de todo,de que no tiene secretos.
Le parece inteligente y fuerte,guapo y dulce.

martes, 26 de enero de 2010

Pasando la gasolinera

Echaba de menos el momento de llevarla a casa antes de cenar. No son más que quince o veinte minutos en coche pero ella hace que parezcan una eternidad con esa alegría tan suya que la caracteriza. Siempre supe que estaba ahí, escondida en alguna parte de su interior y cuando salió por fin a la luz no pude resistirme, como si se tratara de una adicción. La luz que la embriaga es tan inmensa como incalculable.
La última vez que la llevé hasta casa, los últimos rayos del día brillaban en su pelo y entorpecían la visibilidad del trayecto en aquella carretera de asfalto rendido tras interminables recorridos de los transeúntes a lo largo del día. La travesía, como tantas otras veces, avanzaba a penas unos metros lentamente hasta que acababa el fatigoso tramo donde se unían los dos carriles pasando la gasolinera. Yo la miraba de reojo con las manos al volante, como siempre, esperando que de un segundo a otro el coche de delante anduviese para mi sorpresa, ella sacaba el brazo derecho por la ventanilla del copiloto haciendo ondas al son de alguna canción que se escuchaba. Daba igual que fuese de alguna cadena de radio, de su apasionado rock español de los ochenta, o de la última lista de éxitos americanos porque se las sabía todas. Ahora tengo grabada en la memoria su voz cantando desde la semana pasada. -No calla nunca pero a mi me encanta oírla, como si no importara nada más entonces.- Cuando la letra de alguna de ellas hacía alusión al Amor, ella dejaba de mirar el paisaje y se giraba hacia mi, me sonreía inmortalizando mi sonrisa en sus gafas de sol y hacía la tierna imprudencia de besarme condujera o no.

lunes, 18 de enero de 2010

Pause, rewind, play


Y todo lo que tengo que hacer es ponerme los auriculares, echarme en el suelo y escuchar el CD de mi vida..
Pause, rewind, play, otra vez y otra y otra.
Nunca detener el iPod, seguir grabando, mezclando los sonidos para lograr explicar el caos que tengo dentro.
Y si me sale una lágrima cuando las escucho, no tendré miedo, es como la lágrima de un fan cuando escucha su canción preferida...

sábado, 2 de enero de 2010

A tientas

Ella sentía como la sangre le ardía en las venas y su piel se calentaba bajo la presión de las manos del chico por su cuerpo. Su respiración era agitada en los breves instantes en los que se atrevía a tomar aire, y su corazón latía con fuerza en pleno pecho. La cabeza le daba vueltas. Vueltas de placer por cada caricia de lengua, por cada roce de sus labios, por cada apretón de sus dedos.
Y si él era apasionado, ella no se quedaba atrás. Se sentía salvaje, temeraria y libre. Estaba desatada, viva. Ya no habían barreras, ni pudores, ni morales. Sólo algo primitivo, instintivo que la llevaba a responderle con la misma avidez con la que él la tocaba. Parecían dos hambrientos, alimentándose desesperadamente el uno del otro.
No opuso ningún tipo de resistencia y acopló las piernas alrededor de la cintura del chico cuando él le puso las manos en el trasero para alzarla. Se estrecharon, sin interrumpir el beso, con los labios encadenados y los cuerpos unidos.
El joven comenzó a dar pasos de ciego con ella aferrada a él hasta que se chocó contra una puerta. Ni siquiera sabía de qué habitación era pero tampoco le importaba demasiado. A tientas, la abrió con una mano, subiendo una rodilla para ofrecerle un nuevo apoyo a ella al privarla de uno de sus brazos.
Empujó la puerta con un pie mientras volvía a sujetarla con ambas manos y entró de espaldas a la habitación. Ella no le ayudó demasiado a orientarse, acoplada a su cuerpo y a su boca como si fueran dos piezas de un puzzle que encajaban a la perfección.
Dio un par de pasos antes de golpearse las rodillas con el borde de una cama. Ella ahogó su quejido de dolor y redobló la intensidad del beso, haciéndole olvidar por completo algo tan banal como haberse partido las rotulas.
Se dejó caer de espaldas a la cama, con ella sobre él, sumidos, ahogados, en un beso interminablemente caliente y carnal. La chica se sentía febril y poseída por un ánimo insaciable. Estaba tan plácidamente mareada que apenas se dio cuenta cuando él giró con ella encima para quedar sobre ella y continuar besándola a placer.
El estaba apunto de perder la cabeza, cegado por la niebla oscura del deseo, pero un antiguo vestigio de su razón, aún se mantenía a flote, aferrado al último tablón de cordura. Y sólo de él, sacó las fuerzas suficientes para apartarse de la boca de ella.
Aunque debería ser al revés, en cuanto dejó sus labios, sintió que se quedaba sin aire. Por un momento olvidó todo aquello que iba a decir, enfermo por la necesidad de volver a besarla, pero su razón le echó un cable, convirtiéndose en palabras.

-Si vas a echarte atrás y dejarme a medias, hazlo ahora–su voz sonó como un graznido cargado de amenaza y algo que podría ser tomado por súplica.

Como respuesta, ella se incorporó un poco para acceder al lado derecho de su cuello y morderlo con osadía. El gimió y se tensó por completo, y la chica se sintió infinitamente poderosa. No sabía desde cuando quería morderle ahí, sólo sabía que hundir los dientes en su cuello y escucharle gemir en su oído, había sido enormemente placentero.
El chico, rendido, toda consideración derretida, estrujó su caderas entre sus manos y se apartó de su boca, evitando sus juguetones mordiscos para rendir cuenta a su cuello. La besó en el hueco oculto tras sus orejas y deslizó sus labios húmedos por la curva de su cuello hasta morderla en ese punto en el que se unía con su hombro.
La chica sintió como la piel de esa zona se calentaba como si le hubieran derramado agua hirviendo por encima y contrajo el vientre, en una sacudida de deseo. Alargó las manos hacía él y tiró de la tela de su camisa como si quisiera romperla.

Quería...quería algo. Y lo quería ya.